El informe elaborado por FICE revela un resultado que invita a reflexionar, pues la realidad empresarial actual se encuentra en una difícil situación de incertidumbre económica en los mercados de consumo de calzado.
Aun así, la comarca zapatera no debe acomplejarse y sentirse más frágil, y por lo tanto menos combativa. El fabricante de esta comarca nunca ha tenido miedo al futuro, a lo desconocido, más bien al contrario. Ha tenido siempre un espíritu muy luchador y, como he dicho antes, obsesionado con emprender nuevos negocios y volver a intentarlo. Y la actual coyuntura podrá revertirse cuando se produzca el cambio de ciclo en los negocios y en la demanda nacional e internacional.
Porque son más de cien años haciendo zapatos, desde que en 1832 empezara todo, la respuesta a lo que es hoy el calzado, y lo que será en un futuro no muy lejano, se encuentra precisamente en la transformación de la sociedad industrial. Por eso, me ha parecido interesante recurrir a un magnífico libro ilustrativo, que relata con pulcritud y precisión todos los movimientos de la industria y sus pueblos a lo largo del periodo 1832-1980, para describir con mayor seguridad los primeros años de esta industria. El manual lleva por título “ELDA 1832-1980. Industria del calzado y transformación social”, cuyos autores son José Ramón Valero Escandell, Alberto Navarro Pastor, Francisco Martínez Navarro y José María Amat Amer. Es un texto de lectura obligada para quien esté interesado en conocer de primera mano los entresijos de la historia de un sector y de una ciudad como Elda, pionera en la industrialización de la comarca, como ahora expondré.
Al abrigo de ese proceso de creación de talleres y fábricas por doquier, se fue produciendo una intensa oleada de migraciones vecinas como Almansa o incluso de Mahón. Se fue desarrollando lo que, en términos de economía del desarrollo económico se llamaba “efecto mancha de aceite”, aportación hecha por el economista sueco Gunnar Myrdal. Los progresos que se consolidaban en Elda se extendían por toda la comarca y pueblos vecinos. Aunque los primeros zapateros datan del periodo 1832 a 1835, no será hasta mediados del siglo XIX cuando la industria inició un auténtico proceso de consolidación que la convertiría en la primera actividad económica eldense a finales de este siglo XIX.
Con el inicio del siglo XX comienza una de las etapas más florecientes, antes de alcanzar su plenitud durante los años 60-70. Algunas fábricas de la comarca marcaron un hito por su capacidad de fabricación y número de operarios, además de ser pioneros en una incipiente automatización en la fabricación de sus zapatos. En 1933, las sociedades más emblemáticas, como Rodolfo Guarinos, S.A. o Hijo de Gabriel Vera, Fabricación y Manufactura, producían más de 1.500 pares diarios con plantillas de 400 operarios. Su compromiso con la mecanización y automatización de sus negocios, mediante la participación de la tecnología procedente de los Estados Unidos y Alemania, fue clave en el desarrollo industrial hasta el final de la II República.
Sin embargo, la Guerra Civil española fue evidentemente un punto de inflexión en la tendencia desarrollista de la fabricación de zapatos, y su impulso innovador se vio trágicamente truncado por la irrupción de un proceso revolucionario que obligaba a ceder las instalaciones a los sindicatos UGT y CNT- FAI, forzando la incautación de los bienes de las empresas. Durante esos años, estas fábricas se dedicaron en exclusiva a proveer de material al ejército republicano. Algo parecido ocurrió durante la I Guerra Mundial, pero en otro sentido radicalmente distinto: fabricando botas militares para Bélgica y Francia. Esto generó actividad económica y asentamiento de capital europeo.
Hasta bien entrados los años cincuenta el sector calzado no volvería a experimentar un futuro cierto. La posguerra había sido muy severa, de modo que conseguir materias primas y suministro eléctrico suficiente encontraba serias dificultades. No obstante, las empresas del sector han salido adelante siempre pese a todas las dificultades y obstáculos. Lo que demuestra que elaborar las colecciones de cada temporada tiene un valor que ha fortalecido el ímpetu empresarial e innovador.
Destaco, sobre todo, el periodo que comprende los años 1960 a 1980. Llegó el Plan de Estabilización Económica en 1959, siendo un gran acontecimiento que coadyuvó a dinamizar el sector calzado. Etapa caracterizada por una fuerte y poderosa expansión comercial, los zapateros eldenses alcanzarían la cima del éxito en sus diferentes iniciativas empresariales. Empresas norteamericanas descubrieron el calzado español, produciéndose un efecto llamada, y las ciudades zapateras se convirtieron en un hervidero de nuevas relaciones comerciales que permitieron un crecimiento exponencial de pedidos para el mercado USA y paulatinamente hacia Europa. De alguna manera, fue un sector industrial pionero también en penetrar en casi toda Europa mucho antes de constituirse el Mercado Común.
Pero este largo periodo de bonanza económica no fue eterno. Poco tiempo después, irrumpieron algunos países asiáticos y las comercializadoras americanas iniciaron un proceso lento de desinversión que acabaría en una nueva debacle comercial.
Aun así, la historia se repetía, y de nuevo, como el Ave Fénix, la industria del calzado en la comarca resurgió de sus cenizas. Una nueva etapa marcada por la creación de marcas comerciales y agrupaciones de empresas que permitirían de manera tranquila recomponer el sector de la moda en el calzado y recuperar mercados ya conquistados y acceder a otros nuevos.
Durante los años más recientes, los fabricantes han innovado en sus procesos y propuestas con su inmersión en el planeta de la Industria 4.0.
Diseño en 3D
Los empresarios de este siglo XXI han sabido adaptarse a los tiempos de la automatización en las fábricas, especialmente en el campo del diseño y patronaje, y también en el apasionante mundo de la robótica en algunas de las fases del proceso de montado en las cadenas de montaje de los zapatos. Abría este artículo con el lamento por la pérdida de puestos de trabajo en las empresas. Ahora, el propio empresario es quien adopta decisiones innovadoras que repercutirán a medio plazo en una mayor competitividad en las ventas de sus zapatos, de modo que las fábricas, de manera paulatina, volverán a recomponer sus plantillas, creando más empleo y de mayor cualificación.
Hasta hace bien poco, todo el proceso de diseño de las colecciones de temporada se venía desarrollando manualmente: diseño en papel, una horma, una cinta métrica y un lápiz, por resumirlo gráficamente. Solo las empresas y centros de diseño que adopten este proceso de cambio radical, serán más veloces, flexibles y competitivas en el mercado. Mediante la difusión de las ventajas de emprender proyectos incluidos en el concepto Industria 4.0, el sector se adentrará en una dinámica de digitalización, introduciendo este conjunto de potentes herramientas de diseño que afronten los retos de una mayor globalización comercial. ComoIcad3+, que introduce el concepto de diseño y patronaje en 3D. No es un algoritmo zapatero, tampoco una nueva formulación química y, menos todavía, una clave para un dispositivo móvil. Más bien se trata del primer software para el diseño de calzado que integra en un mismo programa dos entornos de trabajo, uno virtual en 3D y uno técnico en 2D, que trabajan paralela y simultáneamente. De este modo, Icad3+ se presenta como la mejor alternativa virtual respecto al proceso de diseño tradicional -y esto que digo ahora es importante por su ayuda a favorecer la competitividad de las empresas que lo han implantado- reduciendo, de manera considerable, tanto el tiempo empleado, como los recursos materiales y humanos de las empresas.
Es la gran apuesta que el sector zapatero de la comarca viene aplicando en el desarrollo de una de las más relevantes tareas técnicas en su actividad industrial. Una muestra de la necesidad de incrementar su ventaja competitiva en el mercado a la hora de elaborar sus colecciones de temporada, tanto físicas como virtuales. Esta herramienta permite a las empresas diseñar sus muestrarios por amplios y numerosos que sean antes de proceder a su materialización física. De ese modo, el cliente podrá ver sus modelos en todas las combinaciones deseadas con sus respectivas construcciones. Además de pisos y tacones, las diferentes y diversas gamas de colores y materiales. Todo ello sin gastar un céntimo en materiales físicos y, sobre todo, en un tiempo récord, para llegar al mercado de manera más rápida y flexible. En definitiva, un importante ahorro en costes.
Robotización colaborativa
Un segundo e importante reto tecnológico que está afrontando la industria zapatera es la aceptación de una irreversible intervención de la robótica en las cadenas de montaje de las fábricas y en la manipulación de elementos flexibles. Es ya una obviedad que hablar de industria 4.0 y no explicar la funcionalidad de la robótica es ciertamente impensable en términos de productividad y competitividad. Si bien la implantación de robots colaborativos en el calzado es a día de hoy limitada. Aunque los diferentes centros tecnológicos existentes en España, como INESCOP o CTCR, continúan investigando sobre este asunto. El modelo de negocio es realmente complejo, dada la variedad de elementos que intervienen en la fabricación de un zapato: diversidad de hormas, materiales y construcciones, lo que complica algo más la investigación.
Aun así, se asume la realidad de un enorme potencial de crecimiento a medio y largo plazo. Y, por ello, la dinámica del sector aprovechará el impulso que brindan las herramientas que integran la industria 4.0.
La interacción hombre-robot se presenta como una necesidad ineludible, pues ayudará a progresar en el desarrollo de la manipulación de piezas con geometrías diversas y gran variabilidad de materiales flexibles (corte de piel 100%, suelas de cuero flexible, tacones multiformes).
Otro de los proyectos abiertos en centros tecnológicos, y que es objetivo común entre las empresas más vanguardistas del sector, es la implementación a corto plazo de una celda robótica que aúne las diferentes funcionalidades desarrolladas. La necesidad de mantener elevados estándares de calidad que caracteriza al zapato made in Spain requiere la garantía de un trabajo óptimo del sistema ante los retos planteados por las características específicas del tipo de elementos implicados en la fabricación, así como su variabilidad en el tiempo (temporadas otoño/invierno y primavera /verano, cambios radicales de modelaje y diseño: botas, sandalias, etc.).
A modo de conclusión
El ingeniero Klaus Schwab señala en su último libro La Cuarta Revolución Industrial, que “las pequeñas y medianas empresas tendrán las ventajas de la velocidad y la agilidad para hacer frente a la disrupción y la innovación”. De modo que, a través de un impecable proceso de innovación, el sector ha de alcanzar un nivel de integración de los robots dentro de una cadena de montaje. Un asunto que será tratado en Davos este año. Como he indicado antes, los robots colaborativos son un nuevo tipo de robot que permite trabajar sin necesidad de celdas, especialmente seguros y de pequeño tamaño, cuyo diseño está orientado hacia el trabajo en entornos donde la colaboración hombre-máquina es muy estricta. Desde esta perspectiva, me tranquiliza pensar que, a medida que progrese la inteligencia artificial y su aplicación a la robótica, el sector calzado se beneficiará en el sensible aspecto social del desempleo. Eso sí, necesitará más trabajadores cualificados para manejar óptimamente el avance de la digitalización en todas las fases de la fábrica, así como para colaborar con los robots en paz y armonía.
Fuente: https://www.abc.es/espana/comunidad-valenciana/abci-tallerico-industria-40-201905201735_noticia.html